En lengua nipona significa “cuidado del corazón” y se sustenta en la recomposición de la salud mental de las personas, no solo a través del tratamiento del estrés postraumático, sino mediante la creación de una conciencia de prevención antes de que sucedan los hechos de emergencia o desastres naturales.

El Kokoronokea es un modelo de gestión psicológica de las crisis, provocadas por emergencias como terremotos, tsunamis o cualquier otro fenómeno de impacto social. Creado y desarrollado desde el terremoto en Kobe, Japón en 1995, ha despertado el interés del Ministerio de Salud (Minsal), la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi) y el Centro Nacional de Investigación para la Gestión Integrada de Desastres Naturales (Cigiden), quienes a través de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (Jica) comenzaron a realizar las primeras gestiones para replicarlo en nuestro país. Más detalles de esta política nipona, en la siguiente nota.

Más que un modelo una cultura centrada en la prevención

Los efectos psicológicos de las personas que han vivido emergencias importantes, o desastres naturales, pueden ser un problema de consideración a la hora de querer levantar a una comunidad. De igual forma, el proceso de reconstrucción impulsado después de fenómenos como los terremotos, muchas veces no toma en cuenta la salud mental de la población como uno de sus objetivos principales, situación que no solo afecta la capacidad de resilencia, sino también disminuye la cantidad de agentes activos en el proceso de reconstrucción, pues la recuperación puede ser lenta.

Esta situación ha sido advertida en Japón, específicamente durante el terremoto de Hanshin-Awaji que afectó entre otras localidades a la ciudad de Kobe. Con 7,3 grados Richter impactó a más de un millón y medio de personas. Según cifras del Centro de Información Sísimica de Hanshin, dejó un saldo de 6.434 personas fallecidas. A esto se suma que las pérdidas económicas significaron cerca de un 2,5 por ciento del PIB, razón por la cual es uno de los desastres naturales más costosos en la historia del país nipón.

En consecuencia, el Kokoronokea surgió como un modelo de asistencia a todas las personas afectadas por el terremoto, principalmente a quienes necesitaron apoyo durante las primeras etapas después de la crisis. Basado en una metodología de contención que busca la integridad de las personas a través de su salud mental y habilidades psicosociales, este modelo es considerado como un sistema cultural de trabajo más que una guía o procedimiento terapéutico. Según Paz Anguita, profesional del Departamento de Gestión de Riesgo de Emergencias y Desastres del Minsal, el Kokoronokea es una expresión de mayor conciencia sobre la recuperación a través de un programa institucional y social.

”Ocurre que en Japón, una de las cosas más admirables que tienen es su cultura de la prevención. Se trabaja mucho para estar bien preparado ante los desastres, tanto en el ámbito familiar como en el comunitario. Así se encuentran en mejor pie para mitigarlos desde la salud mental de la población. Su filosofía se centra en que en la medida que estamos preparados y reconocemos nuestra exposición permanente a este tipo de eventos, también eso ayuda a disminuir la ansiedad e incertidumbre. Como comunidad saben cómo van a reaccionar, por lo tanto en los barrios se conoce la forma cómo evacuar, eso también protege frente a situaciones de desastres”, señaló.

Esta característica de ser un modelo cultural permanente más que una terapia en sí es compartida por Gabriel Lagos, psicólogo del Centro Comunitario Salud Mental (Cosam) de San Pedro de la Paz, quien fue en una pasantía a Kobe, Japón a comienzos de 2016 con el fin de conocer in situ la experiencia del Kokoronokea. “Efectivamente es un modelo que nace del patrón de funcionamiento y de la cultura como ellos enfrentan las situaciones de catástrofe, porque habla de la gestión del riesgo y no de enfrentamiento de eventos catastróficos. Ellos trabajan en un continuo en el que la etapa de preparación es vital, es decir, tienen un sistema mediante el cual se trabaja de forma permanente, a través de la educación a nivel escolar, incluso a nivel comunal, para que estén siempre alertas y poder responder cuando algún evento catastrófico ocurra, sobre el entendido que sí va a pasar en algún momento, por lo tanto, la comunidad debe estar preparada para ello”, sostuvo.

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