Aunque esta afirmación puede tener sentido al comunicarnos con los trabajadores, debemos tener en cuenta que en otros contextos, como cuando hablamos con la alta y media dirección de las organizaciones, no deberíamos limitarnos a considerar la seguridad como una simple prioridad. En su lugar, debemos fomentar una cultura preventiva que integre la seguridad como un valor fundamental en todas las actividades de la organización.

Las prioridades cambian, la seguridad no

Una de las razones clave por las que la seguridad no debería ser una prioridad es que las prioridades pueden cambiar con el tiempo. Las circunstancias, los objetivos y las necesidades de una organización pueden evolucionar, lo que puede llevar a que la seguridad se relegue en la lista de prioridades. Sin embargo, la seguridad no puede ser sacrificada o comprometida en función de las prioridades cambiantes. Es por eso que debemos considerar la seguridad como un principio constante y no como una prioridad temporal.

Integrar la seguridad como un valor en la cultura de la empresa

En lugar de hacer de la seguridad una prioridad, debemos esforzarnos por integrarla en la cultura de la organización. La seguridad debe ser parte intrínseca de todos los aspectos del trabajo, desde la planificación y el diseño hasta la ejecución y la evaluación. Al hacer de la seguridad un valor fundamental, se fomenta la responsabilidad individual y colectiva para mantener un entorno de trabajo seguro.

Con frecuencia, se tiende a separar la cultura preventiva de la cultura general de la organización, tratándola como un área independiente. Sin embargo, es importante comprender que la cultura es un todo integrado, conformado por los valores y las prácticas que definen cómo la organización y las personas que la conforman llevan a cabo sus actividades. En lugar de disgregar la cultura preventiva, debemos reconocer que forma parte inseparable de la cultura empresarial, enriqueciendo y fortaleciendo su esencia.

Promover la responsabilidad compartida

Cuando la seguridad es una prioridad, a menudo recae únicamente en los líderes y profesionales de seguridad. Sin embargo, al integrar la seguridad en la cultura de empresa, todos los miembros de la organización comparten la responsabilidad de mantener un entorno seguro. Cada empleado debe comprender su papel en su propia seguridad y en la de sus compañeros: Cada uno se cuida a si mismo, y todos cuidan de todos.

¿Qué conseguimos cuando empezamos a considerar la seguridad como un valor?

Los valores son fundamentales para unir a un grupo. Cuando los miembros comparten valores comunes, se crea un sentido de identidad y pertenencia, lo que fortalece la cohesión del grupo. Los valores actúan como una guía ética y moral que orienta el comportamiento de los individuos dentro del grupo.

Cuando todos están alineados en torno a los mismos valores, se establece una base sólida para la confianza mutua, la colaboración y la comunicación efectiva. Los valores compartidos promueven un ambiente de respeto, comprensión y apoyo mutuo, lo que facilita la resolución de conflictos y la toma de decisiones conjuntas.

Además, los valores también ayudan a establecer metas comunes y a mantener la motivación del grupo. Cuando todos están comprometidos con los mismos principios y objetivos, se fomenta la cooperación y se impulsa el desempeño del equipo.

En resumen, los valores son poderosos elementos que unen a un grupo. Proporcionan una base sólida para la cohesión, la confianza y la colaboración, y promueven un ambiente de respeto y apoyo mutuo.

Cuando los miembros de un grupo comparten valores comunes, tienen más probabilidades de alcanzar el éxito y superar los desafíos juntos.

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